Niños y haiku, la combinación ideal
09 de Mayo 2019
El gran maestro Matsuo Basho ya lo dijo: “Para escribir haiku, búsquese un niño de un metro de estatura”. Las razones por las cuales los niños serían los autores ideales de un haiku.
Recordemos la descripción de lo que es un haiku. Poema breve japonés que capta la imagen del instante que la naturaleza presenta y se traduce en una estrofa de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas sucesivamente. El haiku no interpreta, no juzga ni valora, no explica, ni tampoco trata de convencer. El haiku expresa lo sencillo, lo cotidiano, y lo efímero con exquisita elegancia; describe la realidad misma de las cosas, basada en la intuición, lejos de intelectualidad.
Y, ¿quiénes pueden describir con simples palabras aquello que perciben sin ningún juicio de valore intuitivamente? Sí, los niños, los pequeños que no tienen aún estructuras mentales rígidas, que expresan directamente lo que ven, sienten y perciben. Ellos son los autores ideales de un haiku hecho y derecho.
El mismo gran maestro Matsuo Basho lo decía: “Para escribir haiku, búsquese un niño de un metro de estatura”. En Argentina, así como en España (de lo que hemos podido conocer), la experiencia del haiku y los niños confirma estas aseveraciones. Afortunadamente, maestros y profesores de literatura se han embarcado en la tarea de introducir a sus jóvenes alumnos en el mundo del haiku y no salieron decepcionados.
Desde el maestro Tomiji Kubota quien, en 1994, acercó esta modalidad poética a 100 alumnos de la escuela “Japón” de la localidad de Bernal, provincia de Buenos Aires, hasta el día de hoy se recorrió un camino que aún tiene más para dar.
Por ejemplo, continúa de forma ininterrumpida desde 1995, el concurso de haiku para alumnos de nivel secundario organizado por la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, siempre con enorme acogida y que tiene un merecido prestigio.
La profesora y reconocida artista Liria Miyakawa que ha dado talleres en el Instituto Privado Argentino Japonés escribió una nota sobre este tema del haiku y los niños en el boletín informativo del Jardín Japonés (junio 2004). Nos contaba allí que “es una hermosa experiencia comprobar cómo los niños aprehenden la esencia del haiku. Es poesía pura, ajena a lo meramente intelectual: es sentimiento, emoción, sugerencia, intuición, un profundo contenido ético y estético.” Y agrega: “enseñar a los niños a descubrir y dejar en sus espíritus el amor y el respeto por todo lo que nos rodea… que guarden una mirada de asombro por cada luna llena, … gozar de los grillos, de los pájaros,
… de todo lo nuevo que la vida va dando. De alguna forma mantendrán siempre una ética de la vida, que hará que transiten, por lo menos, con el alma llena de belleza y verdad.”
La profesora Miyakawa entiende que los más pequeños e incluso los jóvenes “aprenden a detenerse para internalizar la magia del instante”, otra característica importantísima en la creación de un haiku.
El haiku, dice Miyakawa, “estimula concentración, el aquí y ahora. Permite estar en un ahora constante; tan sólo lo que se está haciendo en el mismo momento tiene realidad, por lo tanto, importancia. El niño lo capta, no lo racionaliza, pero lo intuye.”
Ya más cercano a nuestros tiempos, la Federación de Educadores Bonaerenses ofrece la posibilidad de realizar cursos de capacitación para docentes en poesía haiku dictados por el profesor Rolando Paciente.
Paciente es profesor de castellano, literatura y latín y un enorme difusor de este estilo entre los jóvenes, innovando y reacomodando siempre su didáctica a los tiempos que corren. Publicó con la Editorial Dunken “Haiku: Proyecto y Antología por alumnos de Cañuelas” en el 2011 y sus trabajos de investigación sobre el tema y su obra poética han sido publicados en libros, revistas y en sitios virtuales especializados de España, Grecia, etc.
Otra profesora muy comprometida con la expansión del haiku entre los pequeños es Sandra Pérez. Ella encabeza los talleres de haiku en una escuela primaria con alumnos entre 8 y 12 años en el barrio de Villa Devoto, en la ciudad de Buenos Aires. Desde su experiencia ha podido notar que “el entusiasmo y los asombros permanentes de los niños es lo que les permite acceder con facilidad al haiku. En su propia inocencia, los niños pueden contar sin ninguna otra intención aquello que sintieron en un momento particular de profunda emoción ante un suceso de la naturaleza.
Material para la nota proporcionado por Ayako Kishimoto (Fundación Cultural Argentino Japonesa)